En el primer cuatrimestre del año, las multas por uso del celular al volante aumentaron un 143% respecto de 2017. Pasaron de 36.967 a 90.051, según datos de la Secretaría de Transporte porteña. Como la cantidad total de multas se mantuvo estable (subió sólo un 3%), la conclusión es que cada vez más automovilistas cometen la infracción. Así, el riesgo de siniestros viales crece: cuando un conductor mira el celular durante tres segundos a 40 km/h recorre 33 metros a ciegas. En otras palabras, maneja con una venda en los ojos.
La relación con los celulares es íntima. Las personas duermen con ellos, comen con ellos, los llevan al baño, los sienten vibrar aun cuando eso no ocurre. Los argentinos son los que más minutos pasan frente al celular, según un estudio de una reconocida consultora del sector tecnológico, comScore.
“El celular es una distracción. Que haya más infractores muestra que no se está evaluando que al conducir hay que tener el 100% de la atención y un teléfono la disminuye”, dice Paula Bisiau, subsecretaria de Movilidad Sustentable y Segura. Desde hace seis años, cuando empezó a trabajar en el área de Transporte de la Ciudad, erradicó de su vocabulario la palabra accidente porque cree que usarla reduce la responsabilidad de los conductores y evita que ellos se piensen dentro de un siniestro. “Las normas de tránsito son claras: respetar el semáforo, la prioridad de paso y la velocidad. No es tan difícil, pero ¿por qué no se cumple? – pregunta y responde- Hay un problema serio que tiene que ver con la falta de consciencia del riesgo”.
La gravedad llega al punto de ubicar al uso del celular en el cuarto puesto de violaciones en el tránsito, superando a las multas por pasar un semáforo en rojo, girar la izquierda en un lugar prohibido y no usar el cinturón de seguridad. “Para los automovilistas no representa un peligro, pero lo es. Provoca pérdida de la visión periférica, de la concentración y de los reflejos”, enumera Bisiau y luego ejemplifica con una campaña vial brasileña que involucró en mayo a Aderbar Santos, el arquero de Atlético Paranaense: “Se difundió un video donde se lo mostraba usando un celular durante un partido. Su actitud generó indignación en la prensa y en los hinchas. Después se supo que era una campaña para plantear por qué nos enfurece que un arquero no preste atención por estar con el teléfono y permanecemos inmutables cuando hacemos lo mismo al volante”.
Manejar mientras se manipula un celular, o utilizando auriculares o equipos de video, es sancionado por el Código de Faltas porteño. Su detección es una de las más difíciles, porque exige la presencia de agentes. Desde Transporte explican que no puede hacerse a través de una foto o cámara. La multa es de $ 1.300, pero se duplica si el conductor está escribiendo un mensaje. “Es la acción que más tiempo demanda y por ende más distracción genera. Bajar la cabeza para escribir una sola tecla lleva entre dos y tres segundos. A 120 km/h, por ejemplo en la Panamericana, significa recorrer 100 metros a ciegas”, dice Fabián Pons, presidente del Observatorio Vial Latinoamericano.
La penetración de los smartphones tampoco ayuda. Hablar a través de ellos es un uso, al que se agregan chequear un posteo en las redes sociales, mirar el video con más me gusta del día, activar una playlist, entre otras decenas de actividades que ofrece tener una ventana virtual en la mano. Pero no hay excusa, el riesgo es alto. Y en la Ciudad incluso está prohibido llamar o responder a los mensajes en un semáforo en rojo. «Aunque hoy existan herramientas que aparentan seguridad vial, como el altavoz y el manos libres, la elección debe ser detenerse a un costado del camino», afirma el secretario de Transporte Juanjo Méndez. Siempre en un lugar seguro, en el que esté permitido y con las balizas prendidas.